martes, 11 de abril de 2017

FANDIÑO CRUCIFICADO EN DOMINGO DE RAMOS.



Crucifícale! Crucifícale! Como con el mismísimo Dios en la tierra, hicieron hace casi dos mil años aquellos fariseos que le habían aclamado como REY unas horas antes, así hicieron el Domingo de Ramos, el público de Madrid con Iván Fandiño.
Un torero que se encumbró en Madrid a base de entrega, valor y fuerza de voluntad. No era un torero de finuras ni filigranas pero si de los que no se dejan nada en el hotel. Paso a paso salió de las capeas de los pueblos y plazas portátiles hasta llegar a las ferias donde llegó a codearse con figuras. Sin regalos ni ayudas. A sangre y fuego.



Particularmente en Madrid hay tardes para recordar. Una corrida de Gavira en otoño de 2011 donde se jugó la vida. Triunfos con toros de Cuadri, Adolfo, Parladé, Valdefresno en tardes de buen toreo y también de sangre, como la que regó el ruedo después de luchar contra un encastado toro de Parladé que le atravesó el muslo. Consiguió su puerta grande tan rozada, tan perseguida, en 2013.
Madrid estaba con él y él con Madrid, la plaza que le lanzó. Su órdago del 2015 llegó en domingo de Ramos. Llenó la plaza hasta la bandera en pleno marzo. El reclamo era ver al gladiador frente a seis toros de ganaderías duras. El petardo fue tan gordo que casi acaba con su carrera. Fandiño se dio de bruces con una pared y despertó del sueño de querer ser figura con una tarde funesta, casi mortal.
A partir de ahí el torero comenzó un calvario. Deprimido y tremendamente afectado, arrastró una temporada dura de dudas y desaciertos.



Su caché se desmoronó y su sitio en las ferias con los grandes se esfumaron en poco tiempo. Vuelta a las plazas de tercera, a los pueblos del toro grande y el billete pequeño. Viaje al infierno. Y ahí está Iván ahora. Mascullando su caída y aquella tarde de Madrid donde defraudó a todos.
Este año , otra vez apostó por un gesto matando una de Victorino en Madrid, en Ramos. Su lote no fue bueno ni dio opciones de nada. Un mostrenco de 630 kgs. y sin cuello no era precisamente lo que esperaba. Y otro mentiroso y de corto viaje que no tuvo nada mas que ocho o diez arrancadas decentes. Esta vez el petardo fue de Victorino Martín.

 
Fandiño no podía salir de su via crucis con este lote. Pues después de intentarlo y quedarse bien colocado y tragar las primeras arrancadas de su primer toro escuchó silbiditos y tibias palmas de un público que ya no le espera. El segundo se frenó a la segunda serie y Fandiño viendo la gelidez hostil del respetable abrevió. Cara de circunstancias en su semblante. Resignado con su destino con esta fecha en Madrid. Fue pitado con fuerza cuando cabizbajo abandonó el ruedo que tantas tardes le vio triunfar y lo aclamó sin reservas. Los que le aclamaban hace poco ahora lo desprecian sin piedad y con crueldad.
Cierto es que FANDIÑO no está recuperado de su bache profundo. Ya el año pasado dejó patente una mejoría en el ánimo y en el temple que atesoraba. Un toro en Bilbao al que toreó de forma superior fue la muestra. Pero aún anda atacado, eléctrico y ansioso delante del toro. Su cabeza es una olla a presión. Está espesa y su toreo también.  Duro trance para un torero que ha pagado una mala tarde al precio mas alto. Duro castigo en especial el que le ha recetado su plaza de Madrid. Una plaza a la que tanto ha dado y que ahora le ha crucificado aun sin tener toros para triunfar.
El hombre es así. La plaza de Madrid crea ídolos para después machacarlos. No es el primero ni será el último. Y Fandiño sigue convaleciente aunque puede recuperarse y volver a brillar como ha demostrado muchas tardes. Que no desepere y no pierda la fé. Al "dios indio" César Rincón le despidieron como a un vulgar novillero fracasado en su última tarde en Madrid. Sin una ovación y sin un mínimo de decencia ni de sensiblidad, después de la gloria que había dado ese torerazo a la plaza que le catapultó a la historia del toreo..
 


 

 

 

 

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